En una visita guiada en enero del año 2003,
había comenzado el recorrido con un grupo de turistas, a las 16, 30 hs. Después
de describir brevemente la historia de la colonización penal en Tierra del
Fuego y la creación de la cárcel de civiles y reincidentes, y mencionando
algunos presos mas renombrados, llegó el turno de hablar de la historia de la
década del ’30 de Argentina, que comienza con la intervención militar del 6 de
Septiembre de 1930, deportando al Presidente Yrigoyen a la Isla Martín García. Otros dirigentes
radicales excluidos del poder y que intentaron resistir el régimen militar, algunos
fueron exiliados y otros fueron confinados a Ushuaia en 1931 y 1934.[1] Con
este sentido el museo pone en escena y condiciona una ex celda que representaría
un viejo cuarto de la famosa casita verde, ubicada en el centro de aquella
Aldea de Ushuaia, donde le toco habitar por algunos meses, el famoso escritor
Ricardo, el mismo que escribio el libro El Archipielago.
Llegando a sala de Ricardo Rojas un ex
desterrado político, y nombrando a otros confinados políticos que lo
acompañaron en esta estadía forzosa, entre otros a Martín Yrigoyen, irrumpió una voz cálida y
serena, diciendo: “soy la hija de Martín
Yrigoyen”.
En el asombro de todos, sobre todo el mío, la
presenté al grupo y mientras se acercaban hacia la puerta de la ex celda donde
está ambientado el cuarto de Ricardo Rojas, ella reafirmó su vínculo familiar
con el confinado político Martín Irigoyen. Luego continuamos, la visita guiada
no sin antes pedirle que se quedara después de la misma, para conversar.
María Esther Yrigoyen, junto a su esposo, se mantuvo muy atenta a mi
relato.
Finalizada la visita guiada, recorrimos todo el
museo. Ella preguntó, yo
respondí; yo pregunté y ella
respondió. Esta vez, “ellos”, los confinados ausentes y presentes, hicieron posible “el encuentro” donde aprendimos y
reflexionamos.
En una segunda visita a Ushuaia, en diciembre de
2004, María Esther volvió al Museo Marítimo, donde preguntó por la guía. Aunque
yo ya no trabajaba en ese lugar,
pidió mi teléfono en la recepción.
Perpleja por lo inesperado, la invité a mi casa. Al día siguiente nos
encontramos, miramos fotografías antiguas de Ushuaia que ella había traído,
recordamos nombres, lugares,
situaciones. Aprendí que su apellido se escribe con “Y” a pesar de que se lo
registre en los libros de historia argentina con “I”.
Fue uno de los encuentros más maravillosos de mi vida y en él se gestó la idea de contribuir a la construcción de la memoria a través del relato y experiencias de encuentros con los hijos, nietos, bisnietos de presos politicos y confinados.
Fue uno de los encuentros más maravillosos de mi vida y en él se gestó la idea de contribuir a la construcción de la memoria a través del relato y experiencias de encuentros con los hijos, nietos, bisnietos de presos politicos y confinados.
Como guías o asistentes de sala de los museos
tenemos el privilegio de encontrarnos con datos y relatos interesantes acerca
de la historia del lugar que nos brindan las personas que se acercan y
comparten sus vivencias, olvidos u otra versión de la historia. Tenemos la
oportunidad, en este tiempo, de relevar esta información, rescatando su valor
histórico y social. Pensamos que nuestra función no es sólo hacer visitas
guiadas con un discurso armado. El asistente de sala tiene una responsabilidad
cuando transmite el conocimiento del
pasado y un compromiso en la recuperación de la memoria de este lugar. Son
muchos los turistas que visitan Tierra del Fuego y algunos son descendientes o
amigos de algún presidiario, funcionario o confinado. Los viajeros y visitantes
vienen a nosotros a compartir sus representaciones del pasado.
Estas versiones contribuyen a pensar el
patrimonio como una invención y una construcción social en tanto ratifican o
amplían lo ya conocido, legitimando el discurso mediante su asimilación social
o, cuando contradicen las certezas actuales, aportando a la invención de nuevos
discursos sobre la realidad. (Prat, 1998:74).
La sociedad, la cultura son cambiantes y
por tanto “los contenidos identitarios
también”.”Ajustarse a la realidad implica la necesidad de transformación del
discurso: eliminar o reubicar tal elemento, introducir otros nuevos”.
(Prats 1998: 74).
Desde las prácticas turísticas en los museos se
sugiere a menudo que la actividad tiende a destacar ciertas memorias más que
otras, brindando versiones que muchas veces responden más a una lógica
comercial que a la expresión de una identidad. Todos sabemos que la mayoría de
los visitantes quieren algo más que autenticidad, entendiendo por ésta la
referencia a los elementos que efectivamente forman parte de la historia.
Creemos que el turista desea experiencias que superen la realidad para
alimentar sus fantasías y siguiendo esta lógica solemos dar énfasis al
sensacionalismo (por ejemplo, los atroces crímenes del “petiso Orejudo”...) y a
temas atractivos aunque nunca comprobados, como el supuesto paso de Carlos
Gardel por el Presidio de Ushuaia. Así se descuida la veracidad de las versiones.
Tierra del Fuego es un lugar de arraigos y
desarraigos, encuentros y desencuentros, de fronteras y de integración. Los que
vivimos aquí tenemos el privilegio de encontrarnos con un álbum de relatos interesantes acerca de la historia de
nuestro lugar. Las personas que intervienen con sus recuerdos y sentimientos
también forman parte de nuestra identidad.
Tenemos la oportunidad de relevar esta
información, rescatando su valor histórico y social. Nuestra función de pensar
el pasado y su relación con el presente debería ocupar el primer lugar en
nuestros trabajos monográficos y académicos. Los alumnos de turismo deberíamos
pedir ayuda a los antropólogos e historiadores que se esfuerzan por establecer
nuevas relaciones, sugerir nuevos significados.
Consecuentemente
Tierra del Fuego como destino turístico y comunidad de destinos, de emigrantes
y de viajeros; tiene carácter de
constelación, conjunto de conocimientos, sistemas de
significados, habilidades y formas de expresión simbólica que corresponden a
esferas diferentes de la cultura. A través del turismo, a manera de experiencia
social, sirve como punto de conexión para encuentros del otro y los otros, por
lo tanto el reconocimiento del nosotros.
Consideramos que los museos deben tener la
capacidad de definir y redefinir su función con su propio personal, la
comunidad científica y educativa y de capitalizar el saber de sus visitantes
residentes y de viajeros.
En definitiva,
imaginamos propone una práctica turística distinta.
“Tal vez una de nuestras tareas más urgentes sea volver a aprender a
viajar, en todo caso, a las regiones mas cercanas a nosotros, a fin de poder
aprender nuevamente a ver”. (Auge
2005).
Este texto fue tomado del libro Imagenes Fueguinas.
[1] En la Constitución Nacional Argentina en el Artículo
23 legisla sobre la “opción” de los detenidos a abandonar el país. La
constitución ofrece esta alternativa de recuperar
la libertad con la condición de abandonar el país, como una forma de destierro.
Este artículo autoriza al Poder Ejecutivo en situación de conmoción interna del
país, arrestar y trasladar personas de un punto a otro del Territorio y la
posibilidad de salir del país.